Diagnósticos póstumos e hipótesis sobre su muerte
La inesperada y misteriosa muerte de Mozart ha suscitado gran interés desde el principio. El hecho de que la medicina se encontrase en un estado primitivo en la época de Mozart hizo imposible determinar a ciencia cierta qué había originado la muerte del compositor. En el acta de defunción oficial constaba que el compositor austríaco había fallecido a causa de una «hitziges Frieselfieber» («fiebre miliar aguda», refiriéndose a una erupción cutánea parecida a semillas de mijo),22 una descripción que no basta para identificar la causa en la medicina moderna y que es demasiado amplia e inexacta, ya que no se llevó a cabo la autopsia debido al avanzado estado de descomposición en que se encontraba el cadáver.
Algunos autores afirman que la muerte de Mozart fue debida a la mala praxis del doctor Closset. Sophie Weber, en sus declaraciones de1825 a Nissen, lo implica, aunque ella no lo afirme tan directamente. Borowitz lo resumió:
Cuando Mozart parecía hundirse, mandaron llamar a uno de los doctores del teatro, Nikolaus Closset. Sin embargo, según la declaración de Sophie, aquel amante del drama «tuvo que esperar hasta que la actuación hubiera terminado». Cuando llegó, ordenó que le pusieran a Mozart compresas frías en su frente febril, pero esto «provocó tal shock en él que nunca más recobró la consciencia».
Una hipótesis reciente sugiere que Mozart murió como consecuencia de su hipocondría y su predilección a la toma de medicinas que contenían antimonio. En sus días finales le administraron antimonio para aliviar la fiebre que claramente sufría. Si esta hipótesis fuera correcta, se podría decir que murió envenenado por casualidad con antimonio.
En la actualidad, hay un supuesto cráneo de Mozart al que se le han hecho diversas pruebas de ADN, comparándolo con los de sus supuestas sobrina y abuela materna, para poder así confirmar la autenticidad del mismo, pero no sólo encontraron que el ADN del primero no coincidía con los de sus dos familiares, sino que los de ellas entre sí tampoco concordaban.
La incertidumbre con respecto a su muerte ha dado lugar a numerosas investigaciones e hipótesis, de las cuales son las más importantes las siguientes.
Cuando Mozart parecía hundirse, mandaron llamar a uno de los doctores del teatro, Nikolaus Closset. Sin embargo, según la declaración de Sophie, aquel amante del drama «tuvo que esperar hasta que la actuación hubiera terminado». Cuando llegó, ordenó que le pusieran a Mozart compresas frías en su frente febril, pero esto «provocó tal shock en él que nunca más recobró la consciencia».
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